Dios de la Verdad
"Hicieron que su lengua lanzara mentira como un arco, y no se fortalecieron para la verdad en la tierra; porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido". (Jeremías 9:3).
Cuando realmente nos preocupamos por agradar a Dios, sacrificamos nuestra carne, buscamos mantener el carácter que a él le agrada, siendo verdaderos en todo y con todos, en nuestras actitudes, en nuestros pensamientos, y separados de los deseos de este mundo.
Es así que las otras personas verán en nosotros a el Señor Jesús y podrán conocerle.
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